Capítulo 1
La cuna del hidalgo. Nombre, retrato y descripción de sus costumbres. La lectura de los libros de caballerías le hace perder el juicio. El hidalgo decide revivir la caballería andante. Repara sus armas. Busca un nombre para su caballo: Rocinante. El hidalgo inventa a don Quijote. Elige por dama a Dulcinea del Toboso.
Capítulo 2
En el segundo capítulo se narra la primera salida de don Quijote, solo, y su necesidad de ser armado caballero por el primero que vea. Parte por la mañana y, allegada la noche, entra en una venta que confunde con un castillo. Allí se ríen dos mozas de su aspecto ridículo pero al ventero le impone cierto respeto y le ofrece posada. Mientras don Quijote está comiendo llega un castrador de puercos, lo cual le parece a don Quijote la confirmación de que se encuentra en un castillo
Capítulo 3
En este capítulo se narra la investidura de don Quijote como caballero. Esto se lo pide al ventero a quien considera señor del castillo y éste le sigue la corriente y le ordena que vele sus armas durante la noche. Entretanto el ventero informa a los demás huéspedes de la locura del protagonista y éstos lo comprueban personalmente cuando intentan quitarle sus armas, ya que les ataca. Se desata una pelea contra don Quijote, que es apedreado, hasta que el ventero le pone fin nombrando caballero al hidalgo, quien inmediatamente después sale en busca de aventuras.
Capítulo 4
Tras haber sido armado caballero don Quijote parte de la venta en busca de aventuras. Interviene al ver el abuso de poder un labrador, Juan Haldudo, frente a su mozo Andrés. Don Quijote obtiene un éxito momentáneo al confiar en la palabra de honor del opresor pero una vez partido el caballero, el mozo es azotado con más fuerza que antes. Sigue don Quijote y divisa unos mercaderes toledanos a los que quiere hacer confesar que su amada Dulcinea es la doncella más hermosa del mundo. No obstante, no lo consigue y es apaleado por los mercaderes.
Capítulo 5
Al principio de este capítulo don Quijote, tendido en el camino, se cree Valdovinos. Pasa por allí casualmente un vecino suyo que lo encuentra malparado y lo lleva a su casa. Allí se encuentran al Barbero, al cura, al ama y a la sobrina de don Quijote.
Capítulo 6
En este capítulo se procede al escrutinio de los libros de don Quijote a los que el ama y la sobrina consideran la causa de su locura. La mayoría de ellos van a ser quemados, aunque algunos se salvan, Aparece también una crítica de la Galatea de Cervantes.
Capítulo 7
Se termina el escrutinio de los libros de do Quijote y las mujeres los queman. Acto seguido se tapia la biblioteca del caballero y a éste le explican que un sabio, Frestón, la ha hecho desaparecer. Don Quijote coge dinero y elige a Sancho Panza, un humilde labrador al que promete el gobierno de una ínsula, como su escudero. Parten los dos en busca de aventuras sin contárselo a nadie.
Capítulo 8
La primera aventura tras la segunda salida de don Quijote es la de los molinos de viento. En ésta el caballero no atiende las advertencias de su escudero Sancho y se enfrenta a un molino que confunde con un gigante. Sale malparado. Tras esto sigue una conversación entre Sancho y don Quijote sobre la caballería. Cuando ven dos bultos negros se dirigen hacia ellos. Se trata de dos frailes y don Quijote arremete contra uno de ellos. Cuando Sancho se dispone a robarle sus pertenencias al fraile es apaleado por dos mozos. Entretanto don Quijote se dirige a una señora vizcana que se encontraba cerca de los frailes y desafía a uno de sus acompañantes.
Capítulo 9
En el noveno Capítulo, primero de la segunda parte, el autor busca la continuación de la historia y afirma haber encontrado el manuscrito de Cide Hamete. Sigue una descripción de Sancho y Rocinante y se retoma el combate entre don Quijote y el vizcaíno. En éste sale don Quijote victorioso y deja marchar al vizcaíno con la condición de presentarse ante Dulcinea.
Capítulo 10
Don Quijote y Sancho dialoga sobre las caballerías y don Quijote promete a su escudero enseñarle muchos secretos como el bálsamo de Fierabrás contra las heridas. Don Quijote se percata de que su celada está rota y jura no descansar hasta encontrar otra, el yelmo de Mambrino. Le cuenta también a Sancho las comidas de los caballeros andantes.
Capítulo 11
Los dos protagonistas se encuentran con unos cabreros, con los que cenan y don Quijote mantiene un discurso sobre la Edad de Oro entre la música de un rabel.
Capítulos 12 a 14 (HISTORIA INTERCALADA)
Marcela, una muchacha huérfana que hasta los 15 años aproximadamente ha vivido con su tío y luego se ha marchado al campo para cuidar de unas ovejas, es tan bella que enamora a todo el que la ve. Uno de éstos es Grisóstomo, un acomodado pastor, que ha andado buscándola y no ha visto correspondido su amor. Por este motivo muere de pena y desesperación y don Quijote, junto con los demás cabreros y Sancho, se dirige al entierro. Allí se lee una canción compuesta por el difunto, en la que manifiesta su desesperación por el amor no correspondido. Marcela hace acto de presencia y todos los presentes la culpan de la muerte de Grisóstomo aunque ella se defiende manteniendo que lo que es amado por hermoso no tiene que amar a quien le ama. Acto seguido se aleja por el campo.
Capítulo 15
Se despiden don Quijote y Sancho de los cabreros y parten Siguen por un camino cuando Rocinante ve unas yeguas y queda prendado de ellas. Ven esto los dueños de las yeguas, veinte gallegos, y apalean al caballo. Al intentar Sancho y don Quijote defender a su caballo, también son tundidos a palos. Tras esto sigue un diálogo entre los dos personajes quienes atribuyen el molimiento a su mala suerte y afirman haber sido molidos pero no afrentados. Continúan la marcha y llegan a una venta que don Quijote imagina ser castillo.
Capítulo 16
En la venta don Quijote y Sancho son curados tras su pelea por la mujer del ventero, su hija y Maritornes, que no tardan mucho e comprobar la locura del caballero. Éste que cree haber llegado a un castillo, es acomodado en una cama muy rudimentaria y sueña que la hija del ventero, la dama del castillo, se ha enamorado de él. Por este motivo la confunde con Maritornes, que se había apalabrado para esa noche con una arriero hospedado en la venta, y se acuesta con ella. Acto seguido se desata una pelea nocturna entre Sancho, el arriero, don Quijote, el ventero, Maritornes y un cuadrillero.
Capítulo 17
Siguen los sucesos de la venta y, a fin de sanar tantas palizas y porrazos se le ocurre a don Quijote confeccionar el bálsamo de Fierabrás, que con sus poderes extraordinarios les curará heridas y chichones. Sancho coincide con su amo en que un moro les ha castigado encantando la venta.
A continuación don Quijote se dispone a abandonar la venta, aunque se niega a pagar su estancia. Sancho tampoco quiere pagar y es manteado. El ventero se queda con sus alforjas.
Capítulo 18
Don Quijote y Sancho reflexionan sobre los sucesos en la venta de Palomeque y culpan de ellos a los encantadores. Siguen por el camino y cuando don Quijote ve dos rebaños de ovejas los confunde con dos ejércitos y con personajes de los libros. Pese a las advertencias de su escudero, el caballero se pone de parte de uno de los ejércitos y arremete contra el otro. Entretanto llegan los pastores y apalean a don Quijote por defender a las ovejas. Don Quijote acaba muy malparado y Sancho está a punto de abandonar a su amo debido a su mala suerte cuando no encuentra las alforjas. No obstante, don Quijote le convence para que no se vaya y atribuye su mala suerte a los encantadores.
Capítulo 19
La aventura del cuerpo muerto. El bachiller Alonso López de Alcobendas. El caballero de la Triste figura.
Capítulo 20
Aventura de los batanes. Sancho hace lo que otro no puede hacer por él. Lágrimas y burla de Sancho. Don Quijote impone silencio a Sancho.
Capítulo 21
Comienza a llover por lo que un barbero utiliza su bacía para cubrirse la cabeza. No obstante, don Quijote la confunde con el yelmo de Mambrino y acomete contra el barbero y le quita su bacía y Sancho los aparejos del asno del barbero. Continúan su camino y don Quijote cuenta para ilustrar a Sancho una novela caballeresca protagonizada por el caballero del Sol. Al final de su historia don Quijote reflexiona sobre las dos clases de linaje que existen en el mundo.
Capítulos 22 a 52
La liberación de los galeotes (capítulo 22) es uno de los momentos de inflexión más importante de la Primera parte. Don Quijote concede la libertad a una cadena de presos, condenados a remar en las galeras del rey, que iban conducidos por cuadrilleros de la Santa Hermandad. El más bellaco de los galeotes es Ginés de Pasamonte, que está escribiendo la historia de su vida como una novela picaresca, en el que Cervantes reflejó al escritor, y compañero suyo en Lepanto, Gerónimo de Passamonte. El episodio tiene graves consecuencias para caballero y escudero porque serán perseguidos por la Santa Hermandad. Sancho sugiere a don Quijote que se aparten de los caminos y se refugien en Sierra Morena, y así lo hacen.
Estamos en el capítulo 23, la novela no terminará hasta el capítulo 52, las aventuras lineales que les suceden a los protagonistas serán ya escasas. Pero a partir de este punto se intercalan relatos adyacentes a la acción principal, uno de los cuales, la novela de El curioso impertinente (caps. 33-35), es una novela exenta, la cual simplemente lee en voz alta uno de los personajes. Cervantes está aprovechando para su Don Quijote «novellas», relatos cortos, previamente escritos. Los otros relatos tienen una cierta relación con la acción principal, y Cervantes consigue la unidad en la diversidad, que era uno de los requisitos más difícil de conseguir en una narración extensa, en prosa o en verso, como lo ejemplifica la Jerusalén conquistada de Lope de Vega, una epopeya que se convirtió en una obra fracasada precisamente por este defecto esencial de falta de unidad.
Reanudando nuestro argumento, don Quijote, imitando a Amadís de Gaula (que se retiró a hacer penitencia a la Peña Pobre con el nombre de Beltenebrós al ser rechazado por Oriana), decide quedarse entre los riscos de Sierra Morena en pelota (en pellote) y haciendo extravagancias, y manda a Sancho a llevar un mensaje a Dulcinea. Este se dirige a El Toboso, pero en el camino se encuentra con el cura y el barbero de la aldea de don Quijote que habían salido en su busca, los cuales le convencen para que les conduzca adonde ha quedado el hidalgo. En medio de la narración se habían intercalado los relatos cruzados de dos parejas: Cardenio y Luscinda, Dorotea y don Fernando, en las que el «raro inventor» que era Cervantes consigue la proeza de mantener en tensión unas historias que continuamente se retoman y se abandonan. Es la novela barroca. Juntos todos estos personajes, fingen que la bella e ingeniosa Dorotea es la reina Micomicona, y consiguen sacar a don Quijote de entre los riscos de la sierra. Con el cual llegan de nuevo a la venta de Juan Palomeque (caps. 32-46), cuyo nombre hemos conocido, donde se suceden nuevos episodios: el de los pellejos de vino, un nuevo discurso de don Quijote sobre las armas y las letras, la disputa baciyélmica con el barbero a quien caballero y escudero habían despojado de su bacía de azófar en los capítulos anteriores. Y nuevas novelas intercaladas: ahora la Historia del cautivo, llena de recuerdos cervantinos de su cautiverio en Argel, la cual se entrelaza con la Historia del oidor y de su hija, que a su vez nos lleva a la Historia del mozo de mulas. Fingen un encantamiento de don Quijote y lo encierran en una jaula en la que es conducido, en un carro tirado por bueyes, por el cura y el barbero hasta su casa. En el camino encuentran a un canónigo toledano que viaja acompañado de su comitiva, como un príncipe de la Iglesia que es (caps. 47-50). Con él mantendrán una sabrosa conversación de teoría literaria sucesivamente el cura y don Quijote, en la que Cervantes expuso su teoría literaria sobre la novela, las comedias y el poema heroico. Y así, después de despedirse del canónigo, el cura y el barbero devuelven a don Quijote y a Sancho (después de intercalar una última Historia de Leandra) a su casa.
Cervantes dejó abierta la posibilidad de una continuación de su obra, indicando que en su tercera salida don Quijote fue a Zaragoza. Pero al mismo tiempo inventó la existencia de unos pedantescos y latinados académicos de la Argamasilla, que hacían el epitafio de don Quijote como si este hubiera muerto. Los académicos argamasillescos satirizan a los personajes del Quijote, que no salen bien parados de la sátira. Son alusiones en clave contra enemigos literarios de Cervantes (Lope de Vega y sus seguidores, probablemente) al igual que los poemas y el prólogo de los textos preliminares de esta Primera parte.
Entre esta Primera y la Segunda parte del Quijote cervantino se publicó el llamado Quijote de Avellaneda (1614). El autor o los autores (Avellaneda es un pseudónimo) de esta obra literariamente estimable realizaron una auténtica corrección del modelo cervantino (un «loco entreverado» con intervalos lúcidos, don Quijote, que recorre España queriendo imponer por la fuerza su propia justicia, atacando frailes y liberando galeotes; y un tonto-listo, Sancho Panza, dispuesto a cambiar de clase social y a ser gobernador o conde). Para neutralizar a estos personajes, socialmente transgresores, Avellaneda los llevó al sitio que la sociedad aristocrática estamental reservaba para ellos: el loco debe estar recluido en el manicomio donde sus actos y sus palabras no constituyan ningún peligro, y así ingresaron a don Quijote en el hospital de locos más famoso de la época, el Nuncio de Toledo; el tonto-listo debe ir a la corte, pero no como conde u obispo o gobernador, sino como bufón eutrapélico para entretener a «los caballeros de buen gusto» en sus diversiones palatinas, como los bufones de los cuadros de Velázquez. Pero Cervantes no les permitió a sus enemigos literarios la adulteración de sus personajes y, en su Segunda parte, reincidió en su modelo transgresor: su don Quijote nunca irá al manicomio, sino que, una vez cumplida su misión, recuperará la razón y morirá pacíficamente en su cama.La acción de la Segunda parte del Quijote comienza cronológicamente un mes después de la segunda vuelta de don Quijote a su casa. Hasta el capítulo 7 sólo hay diálogo: de don Quijote con el cura y el barbero, de don Quijote con Sancho, de este con su mujer. Aparece un nuevo personaje que cobrará gran importancia en la acción, el bachiller Sansón Carrasco, el trastulo (bufón) de las escuelas salmantinas, un personaje carnavalesco y burlón, como lo son los chatos y carirredondos, dice Cervantes.
De manera general podemos decir que todo el argumento de esta Segunda parte se resume en la tercera salida de don Quijote y Sancho. Sansón Carrasco, para curar a don Quijote de su locura, le anima a que haga una tercera salida, con el fin de derrotarlo y obligarle, bajo juramento de caballero, a quedarse definitivamente en su casa y a no salir más por esos mundos. En el capítulo 5 hay un sabroso coloquio entre Sancho y su esposa en el que este trata de convencerla de las ventajas de ser escudero de un caballero andante. Después caballero y escudero salen de nuevo en busca de aventuras.
Antes de empezarlas don Quijote desea ver a Dulcinea y se encamina a El Toboso (cap.9), pero Sancho inventa un encantamiento haciendo creer a don Quijote que Dulcinea es una labradora a quien encuentran en el camino montada en una borriquilla (cap. 10). Don Quijote está abrumado por la transformación de su dama, verdaderamente poco agraciada pero ágil como un alcotán, y agobia a Sancho preguntándole si está seguro de que la labradora es la misma que él ha visto en El Toboso en la Primera parte de la obra. Sancho, pillado en su mentira, no se atreve a acabar de mentir del todo y termina reconociendo a don Quijote que él sólo la había visto «de oídas». Luego acontece el encuentro con el caballero de los espejos y el escudero de las narices (caps. 12-15). El primero no es otro que Sansón Carrasco que, siguiendo su plan, va tras don Quijote para derrotarlo; el escudero es el también paisano Tomé Cecial, que va disfrazado con unas narices de carnaval desmesuradas que tienen aterrorizado a Sancho. Se enfrentan, pero Sansón es derrotado, con lo que su plan se va al garete y don Quijote queda reforzado en su designio de seguir haciendo caballerías andantescas. Después acontece la aventura con los leones y el encuentro con el Caballero del verde gabán, que les invita cortésmente a su casa, donde les agasaja. Este se llama don Diego de Miranda, y es un hidalgo de pueblo que lleva una vida moderada, semejante a como sería la de Alonso Quijano el Bueno si su mente no estuviera sacudida por la quimera caballeresca. No parece que don Quijote esté de acuerdo con esa vida pacífica de don Diego, que además tiene un hijo poeta, el cual lee sus versos a un estusiasmado don Quijote que no cesa de alabarlos. Más tarde asisten a las bodas del rico Camacho (caps. 20-21), un breve episodio intercalado que ya no tiene el carácter de los de la primera parte. Los nuevos episodios están más entretejidos con el hilo principal de la historia, de tal manera que no se perciben como ajenos. Es un fragmento semipastoril que plantea otro «caso de amor». El rico Camacho va a casarse con Quiteria, pero esta ama al pobre Basilio y es amada por él. Basilio finge su suicidio y pide antes de morir como última voluntad que le casen con Quiteria. Camacho no está de acuerdo, pero no se atreve a contradecir la opinión de los asistentes, compadecidos del falso moribundo. Una vez casados, descubren el engaño y los burlados quieren vengarse del burlador, pero don Quijote lo defiende y defiende los derechos del amor verdadero con razones convincentes para todos menos para Sancho, que ve algunas ventajas en que la muchacha se case con Camacho y así participe de sus riquezas y de la buena mesa de la boda, a la que él rinde entusiasmado tributo.
Continúan las aventuras del caballero con el descenso a la cueva de Montesinos (cap. 22), que está muy cercana a las Lagunas de Ruidera, donde don Quijote se ratifica, mediante una revelación soñada de Merlín, en el encantamiento de Dulcinea, lo cual le mantiene en permanente angustia hasta el final del libro. Luego sucede la aventura del rebuzno y el encuentro en una venta con maese Pedro y su retablo. Este no es otro que el bellaco Ginesillo de Pasamonte de la Primera parte, que recorre la Mancha de Aragón disfrazado de gitano con un parche en un ojo. Lleva un mono adivino al hombro y representa en un retablo de títeres el romance de Gaiferos y Melisendra. Cuando los moros están a punto de capturar a los fugados amantes en la representación, don Quijote arremete con su espada y hace trizas el teatrillo de Ginés. Estamos en el capítulo 28.
En el siguiente, la acción da un salto de lugar, desde La Mancha de Aragón al río Ebro. El plan trazado al final de la Primera parte, la asistencia a las justas de Zaragoza, se debe cumplir. Después de la aventura del barco encantado del Ebro, la ilustre pareja se encuentra con una no menos ilustre duquesa que viene en hábito de cazadora.
Comienza ahora un extenso episodio que va desde el capítulo 30 al 57, el episodio de los duques. El ambiente rural en el que hasta entonces se ha desarrollado la vida de los héroes llega por primera vez a una auténtica corte palatina, aunque todo sea un fingimiento de los duques que toman a don Quijote y Sancho como bufones para entretenerse. Son los duques nobles eutrapélicos, propios de su época. Se consideraba correcto que los «caballeros de buen gusto» utilizaran a locos no furiosos, bobos, enanos (véanse Las Meninas, de Velázquez), deficientes y bufones para el entretenimiento de la corte. Por mucho que repugne a la sensibilidad actual, no cabe negar la gracia de un loco para el entretenimiento. Un mayordomo se encargará de organizar las diversiones de los duques y fingirán la aventura de la condesa Trifaldi o de la dueña Dolorida, el vuelo de Clavileño, la profecía del mago Merlín, que crea un tema que reaparecerá continuamente hasta el final: Dulcinea está encantada y para desencantarla Merlín propone la única solución de que Sancho debe recibir tres mil trescientos azotes. Este está abrumado, pero todos, sobre todo don Quijote, le apremian y, después de muchas protestas, consigue la prerrogativa de que se los dará él mismo, aunque el socarrón, cuando por fin decide dárselos cobrándolos a buen precio, se los dará en las cortezas de los árboles.
Por primera vez van a separarse don Quijote y Sancho, porque este va a ser nombrado gobernador de la ínsula anhelada: la ínsula Barataria. El libro se convierte en un auténtico Carnaval: Sancho es recibido en la Ínsula con grandes muestras de entusiasmo, aunque sus súbditos están asombrados de la pequeñez y la gordura del nuevo gobernador. El gobierno tiene también sus sinsabores porque un medico infernal, licenciado por Osuna, don Pedro Recio de Agüero, natural de Tirteafuera, vela por la salud del gobernador y no le deja probar ningún plato en medio de retahílas de aforismos médicos en latín macarrónico. Sancho actúa con prudencia repartiendo justicia entre sus súbditos con mucho sentido común, pero las burlas a que le someten le convencen de su falta de idoneidad para el gobierno, de tal manera que lo abandona, pero, al ir a reunirse con don Quijote, él y su jumento se precipitan en una fosa. Es una alegoría de las caídas de príncipes y de la rueda de la Fortuna. Mientras tanto don Quijote recibe de noche en su aposento la visita de una dama. Él la confunde con la hija del señor del castillo que viene a disfrutar de los encantos del caballero y no sabe cómo salir del apuro, porque tampoco está muy seguro de la idoneidad de su ropa interior para una aventura amorosa; pero resulta ser una atribulada dueña de venerables tocas, doña Rodríguez, que es tan simple que cree que de verdad don Quijote es un «desfacedor de agravios» y viene a que le desfaga uno a ella: su hija, la joven Rodríguez, ha sido seducida y abandonada y está en un avanzado estado de preñez. El ofensor no quiere casarse con ella. Es el momento en que don Quijote ayude a una menesterosa. Se produce el desafío, pero los duques hacen que, en lugar del ofensor, que se ha fugado, luche contra don Quijote el lacayo Tosilos y que este lo venza. Pero el simpático Tosilos ve a la joven y preñada Rodríguez y se enamora de ella, con lo que se deja derrotar por don Quijote para que lo casen con la muchacha. Después conoceremos que los duques se han vengado de Tosilos por no obedecerlos y le han degradado de lacayo a cartero.
Los acontecimientos históricos de la España contemporánea son reflejados por Cervantes en esta Segunda parte con mayor profusión que en la primera, como sucede con la expulsión de los moriscos, que se produjo mediante sendos decretos reales de 1609 y de 1613. Así, Sancho se encuentra con el tendero de su pueblo, Ricote el morisco (cap. 54), que está vestido de peregrino acompañado de unos alemanotes; ha tenido que salir del país por la expulsión y ha ido a Alemania, pero ahora ha regresado para volverse a ir con su familia y con un tesoro que ha dejado escondido. Su salvoconducto para caminar por España son unos huesos de jamón y una enorme bota de vino, prueba de su no pertenencia a la raza maldita. La actitud de Cervantes ante el problema no parece ser la oficial, porque hace decir a Ricote: «Dondequiera que estamos, lloramos por España». Se expresa una solidaridad con el pueblo expulso, ya que Cervantes destaca sólo los aspectos humanos del desarraigo. La historia se reanudará, mas tarde en Barcelona, donde aparece la hija de Ricote, la bella morisca Ana Félix, y un joven cristiano de su pueblo, don Gaspar Gregorio que, enamorado de la joven, ha preferido salir con ella al exilio superando las barreras étnicas y religiosas, aunque Ana Félix, al contrario que su padre Ricote, se había vuelto previamente cristiana. Reunidos de nuevo caballero y escudero deciden abandonar a los duques no sin recibir antes don Quijote la visita de Altisidora que finge estar enamorada de él. Cervantes no permite que se queden en la corte palatina de los duques como bufones eutrapélicos y les da la libertad: Cuando don Quijote se vio en la campaña rasa, libre y desembarazado de los requiebros de Altisidora, le pareció que estaba en su centro y que los espíritus se le renovaban para proseguir de nuevo el asunto de sus caballerías, y volviéndose a Sancho le dijo:
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres” (II. 58).
Se ponen en camino y les ocurre después un encuentro con unos toros, que atropellan a don Quijote (cap. 58). Llegan a una venta donde el caballero se entera de que existe impresa una segunda parte sobre un falso don Quijote (cap. 59). Para desmentir al autor apócrifo y dejarlo por embustero, don Quijote decide no ir a Zaragoza y se encaminan a Barcelona. Cervantes incorporará más adelante a su novela al personaje de don Álvaro Tarfe, creación del Quijote de Avellaneda.
En el capítulo siguiente se encuentran con un auténtico héroe, ante el cual la figura de don Quijote palidece, el catalán Roque Guinart (Rocaguinarda), un personaje histórico, un bandolero que por entonces asolaba Cataluña. Se intercala aquí el episodio de Claudia Jerónima y Vicente, otro «caso de amor», en el que la protagonista mata por celos infundados a su amado. Don Quijote llega a Barcelona con un salvoconducto de Rocaguinarda y allí es acogido por don Antonio Moreno, que le muestra la cabeza encantada (caps. 61-62). Visitan la que se ha identificado como imprenta barcelonesa de Sebastián de Cormellas donde se está imprimiendo el falso Quijote de Avellaneda, y asiste en la playa de Barcelona a la captura de un bergantín pirata. Es el momento en el que se reanuda la historia de la morisca Ana Félix.
En el capítulo 64 es vencido don Quijote en la playa de Barcelona, por Sansón Carrasco, ahora disfrazado bajo el nombre de El Caballero de la Blanca Luna, el cual le obliga a volver a su aldea y a renunciar durante un año a sus veleidades caballerescas. Pero Sansón no logra que don Quijote reconozca que Dulcinea no es la mujer mas hermosa de la tierra. Ella es la más hermosa y él el caballero más desdichado por no haber sabido defender, con la fuerza de su brazo, su verdad. Apenado, deprimido y desnudo de sus armas, emprende el regreso a su tierra y piensa entonces en hacerse pastor (cap. 67): son los dos ideales del Renacimiento fracasados, la caballería andante y el mundo feliz de la Arcadia. Pasa de nuevo por el palacio de los duques donde le siguen haciendo burlas, a costa de Sancho y de sus azotes. Antes de llegar a su pueblo, siente tristes presagios. Se siente enfermo y agotado, al borde de la muerte. Pero antes de morir, recupera la razón, se convierte en Alonso Quijano el Bueno, hace su testamento y muere.
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